2 de octubre no se olvida, ni el papel del ejército

 2 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA…Y EL PAPEL DEL EJÉRCITO TAMPOCO

El Movimiento estudiantil popular de 1968 fue, como frecuentemente se señala, un parteaguas en la historia de México. Fue parte del ascenso de la revolución mundial que vivimos en ese año emblemático. El cuestionamiento del autoritarismo del régimen del PRI, la importancia estratégica de la lucha por las libertades democráticas, la masiva participación política del movimiento estudiantil y su organización asamblearia, coronada por el CNDH y sostenida por miles de brigadas en las calles, la conquistas de las calles y el Zócalo, así como la participación de cientos de miles de hombres y mujeres jóvenes durante el segundo semestre del 68 cuestionando los valores tradicionales no sólo de la política sino de la vida cotidiana, son fundamentales en ese año y para el periodo que abrió inmediatamente.

El gobierno de Díaz Ordaz intentó frenar y derrotar la irrupción en la vida política de las masas con la represión brutal. El punto culminante de esa represión fue la masacre del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. Operado por su Secretario de Gobernación, Luis Echeverría y por el ejército comandado por el General Marcelino García Barragán, enviaron al Batallón Olimpia a capturar al CNH en el edificio Chihuahua y hacer el cerco asesino de la Plaza de las 3 Culturas a las tropas comandadas por el General José Hernández Toledo.

Después del 2 de octubre y especialmente a partir del 12 de octubre en que se inauguraron los Juegos Olímpicos en México, montaron una campaña permanente para borrar de la historia el crimen de Tlatelolco, negar que eso hubiera existido. El hipócrita de Echeverría desde su campaña presidencial y todo su sexenio intentó deslindarse de su jefe y lo acontecido durante el 68. Es así que desde entonces el Movimiento creó la consigna de “2 de Octubre no se olvida”.

La pelea política por la memoria -en ese sentido- la ganamos.  54 años después miles de jóvenes vuelven a salir a las calles a gritar 2 de octubre no se olvida. Prácticamente cada 2 de octubre  desde este medio siglo salen jóvenes reivindicando que 2 de octubre no se olvida. Jóvenes que, por supuesto, no habían nacido en el 68, pero tampoco sus padres y a veces ni sus abuelos. Incluso institucionalmente, por ejemplo, con el gobierno de la Ciudad de México de Cuahtémoc Cárdenas se instituyó como día de luto y frecuentemente en la Cámara de Diputados se hacen ceremonias luctuosas el 2 de octubre. No pudieron borrar de la memoria histórica el 2 de octubre y ganamos esa pelea. Ganamos esa pelea de la memoria aunque todavía no la justicia. Echeverría murió este año, habiendo cumplido 100 años, sin que el proceso judicial contra él culminara por la masacre en Tlatelolco.

Pero desde hace años, especialmente cuando se cumplieron 20 años del 68, el ejército ha insistido en deslindarse de lo ocurrido. Siendo un baldón histórico de vergüenza e indignidad, han generado la idea de que ellos obedecieron órdenes del poder civil. Es cierto que, en última instancia, los responsables históricos son Díaz Ordaz y Echeverría (en su último informe presidencial, Díaz Ordaz reconoció -con orgullo cínico- su responsabilidad en el 68) pero eso no excluye la responsabilidad del ejército. La tesis de la “obediencia debida” ha sido cuestionada desde Nuremberg y el juicio a los nazis. Los mandos militares de la época son responsables también, no sólo como cómplices sino como ejecutores del crimen. Y por la historia de los mandos involucrados y su papel, la institución toda está marcada.

Por todo lo anterior es que es muy contradictorio que, a más de medio siglo de pelea por la memoria del 2 de octubre, el gobierno de AMLO impulse una línea de reivindicación del ejército como institución, al mismo tiempo que una nueva fase de militarización que incluye el posicionamiento de las fuerzas armadas en posiciones del aparato del Estado que antes eran responsabilidad de civiles. Peor aún, al mismo tiempo reconoce que cambió de opinión sobre la presencia de las fuerzas armadas en la seguridad pública y por tanto en las calles. Del truco de decir que la Guardia Nacional (GN) sería una fuerza civil con jefes civiles (aunque desde el principio ha estado integrado por militares), ahora el propio AMLO propone la reforma legislativa para que la GN sea parte de la SEDENA y con el apoyo del PRI, extender la existencia militarizada de la GN del 2024 al 2028. Y en esto como en otros temas insiste en decir que el ejército es una institución incorruptible y la única confiable para su administración. En esa lógica ha ido posicionando a las fuerzas armadas, empoderándolas, en una dinámica muy riesgosa. Con una visión de corto plazo, no mide lo que puede suceder entre el poder civil y militar después del 2024 en que salga de la Presidencia. Aunque, en realidad, ahora en septiembre del 2022 ya tuvo un adelanto de las consecuencias de ese empoderamiento del ejército.

Porque la otra lamentable coincidencia histórica este 2 de octubre es que, en las semanas y meses anteriores, especialmente con motivo del informe de la Comisión de la Verdad, a cargo de Alejandro Encinas, está saliendo parte de la verdad del papel del ejército en los crímenes cometidos contra los estudiantes de Ayotzinapa, especialmente por la desaparición de los 43. Pero en este caso, así como en la visita al Campo Militar No.1 en el evento encabezado López Obrador y el Secretario de la Defensa Nacional, se insiste en deslindar al ejército de sus responsabilidades en toda esta historia de crímenes. En el Campo Militar el Secretario de la SEDENA insistió en que todo era responsabilidad de los Presidentes en turno y acorde con la teoría de la “guerra sucia” (en que supuestamente ambas partes cometieron “excesos”) anunció que, con acuerdo de AMLO, inscribirían los nombres de los militares que perdieron la vida en “el cumplimiento del deber” en ese periodo. AMLO por eso llamó al evento como el inicio de la reconciliación. Pero no puede haber reconciliación en vez de justicia. Y la justicia implica saber del paradero de los desaparecidos, no sólo de los 43, sino de los más de 500 del periodo, no de “guerra sucia” sino de terrorismo de Estado.

Entonces es una ofensa que a más de 50 años del “2 de octubre no se olvida”, se quiera ahora ocultar la responsabilidad del ejército. 2 de octubre no se olvida quiere decir no olvidamos el papel del ejército. ¿Quién cometió prácticamente la masacre del 2 de octubre? ¿es una casualidad o responsabilidades de “algunos soldados” el que en crímenes como el 2 de octubre pero después Ayotizinapa y en medio muchos casos más en que es la misma institución la que está atrás? ¿es  casualidad que los presos del CNH la noche del 2 de octubre hayan sido llevados al Campo Militar No. 1 y que después, en los años 70s y 80s, los desaparecidos del periodo del terrorismo de Estado hayan sido encarcelados en el mismo Campo Militar?  ¿es casualidad que la Brigada Blanca (brigada anti subversión le llamaban oficialmente) funcionara en ese Campo y dependiera de la SEDENA? ¿Se trata de casos particulares, excepcionales, o de la institución, de una política de Estado? Por algo Encinas dice que lo de Ayotzinapa fue un crimen de Estado.

Es inadmisible el intento de AMLO de deslindar al ejército diciendo que son crímenes que no ponen en duda a la institución, en la práctica parece preocuparle más el prestigio de la institución que hacer justicia. Y en esta política de solapar al ejercito y promoverlo a cada vez mayores responsabilidades en el aparato del Estado, de empoderarlos, que ya decíamos es un riesgo a futuro, puede decirse ahora que el futuro nos alcanzó. Esto es lo que ha ocurrido con las órdenes de aprehensión de algunos militares por lo de Ayotzinapa en que el ejército como institución está haciendo todo para evitar cargar con la responsabilidad de los delitos cometidos. Contradicen ya las promesas y compromisos de AMLO quien recula y dice que no hay nada irregular en la cancelación de la mayoría de las órdenes de aprehensión o en la renuncia del fiscal a cargo del caso de Ayotzinapa. Mientras, el ejército -como institución- protege al único general detenido. Le pone además de la defensoría militar un despacho de abogados particulares para su defensa. Está preso en el Campo Militar pero en condiciones “dignas” de un General y además con facilidades para dar entrevistas criticando al gobierno por el caso de Ayotzinapa. Es claro que en este caso, como en otros, el ejercito actúa como “cuerpo”, protege a los suyos. Es como una familia y hay familias de varias generaciones en las fuerzas armadas. El Secretario de la SEDENA cuando Tlatelolco fue el General Marcelino García Barragán. Su hijo fue Javier García Paniagua, ex Presidente del PRI y encargado de 1976 a 1978 de la Dirección Federal de Seguridad, y antecesor de Nazar Haro y su nieto es Omar García Harfuch, secretario de seguridad pública en la CDMX y ex comandante de la Policía Federal en Guerrero cuando ocurrió lo de Ayotzinapa y luego sucesor de Tomas Zerón (hoy prófugo en Israel) en la PGR de Murillo Karam. Recientemente AMLO ha anunciado su intención de realizar una consulta pública sobre la propuesta de que el ejército permanezca en las calles en labores de seguridad pública hasta el 2028, en vez de limitarlo al 2024. Más allá del hecho de que se consulta si se está de acuerdo en violar la Constitución, políticamente el problema es que una consulta sobre si mantener al ejército hasta el 2024 o hasta el 2028 busca legitimar socialmente la presencia del ejército en las calles, mostrándolo como un mal necesario o una garantía de paz (que como muestra el caso reciente, en estos mismos días, en que militares mataron a una niña en Nuevo Laredo al hacer ronda por las calles de la ciudad, es lo opuesto a la paz).

El PRT, como corriente organizada surgida en el 68, no puede ser omiso de la ofensa que se hace hoy reivindicando y protegiendo al ejército y sus crímenes. Insistimos que 2 de octubre no se olvida, es decir no olvidamos al ejército cercando la Plaza de las Tres Culturas, recibiendo la señal de la luz de bengala desde un helicóptero militar, la tropa de Hernández Toledo disparando contra la multitud desarmada y al Batallón Olimpia llevándose a los dirigentes del CNH al Campo Militar No. 1. Ni perdón ni olvido. 2 de octubre no se olvida.

2 de octubre de 2022.

Comité Político del PRT