Carta de renuncia al PRT



               CARTA DE RENUNCIA AL PRT

 

 

Ciudad de México, 20 de Diciembre de 2012.

 

 

 

 

 

A la militancia del PRT.

A su Comité Central y su Comité Político.

 

Considerando que:

 

I

 

El 1ro de diciembre marca una nueva inflexión en la situación política de México al consumarse el proceso de imposición de las clases dominantes y del imperialismo norteamericano mediante el gobierno de EPN. Al mismo tiempo, la ofensiva contra las libertades democráticas, la movilización popular y el pueblo trabajador, evidencian el intento de fortalecer el régimen autoritario y militarista que padecemos desde hace años, un régimen que seguirá profundizando las políticas neoliberales a partir de las llamadas reformas estructurales, y dando continuidad a la supuesta “guerra contra el narcotráfico”.

 

En este escenario está en curso una profunda recomposición de las fuerzas políticas desde el PRI y el PAN hasta la izquierda política y social, pasando también por la llamada “izquierda institucional”. Esto último es claro con la consagración del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) como partido electoral acaudillado por López Obrador o la extrema derechización del PRD que lo convirtió en un partido colaboracionista con la burguesía, funcional al Estado mexicano y parte de sus instrumentos para reprimir la protesta social. Por si a alguien le quedaba duda, la derechización del PRD se confirmó contundentemente en los primeros días de este diciembre cuando por un lado firmaba el Pacto por México –acuerdo entre los diferentes partido del régimen para dejar el camino abierto al nuevo gobierno priista – y por el otro reprimía las manifestaciones del 1ro de diciembre a través del gobierno de Marcelo Ebrard y el jefe de policía Mondragón y Kalb, en la Ciudad de México.

 

En este contexto la izquierda radical ha tenido que hacer frente a escenarios adversos. A diferencia del periodo electoral anterior en 2006, cuando la Otra Campaña propuesta por el EZLN fungió como un referente anticapitalista, en esta ocasión la izquierda socialista no logró hacer oír su voz a nivel nacional, no organizó un espacio de lucha anti-sistémica. Esta situación exige dar continuidad a la construcción de una izquierda independiente, anticapitalista y revolucionaria que haga evidente el fracaso y crisis de las instituciones en México a partir de valorar lo que significa el sistema electoral mexicano como un mecanismo de control y subordinación política al régimen.

 

Frente a este nuevo periodo se vuelve necesario evaluar los resultados de nuestras políticas y estrategias, tanto a nivel político como organizativo. Durante los últimos siete años por lo menos, el Partido Revolucionarios de las y los Trabajadores (PRT) implementó distintas políticas que desgraciadamente culminan en una situación de desorientación política y estratégica, así como un nivel pírico de organización en el cual, la capacidad de incidencia en los movimientos y luchas de los trabajadores del país es ínfima y se encuentra mal coordinada, situación que durante años no se ha logrado transformar. Para nosotros, esta condición tiene que ver con la conducción estratégica y organizativa del partido, razones por las cuales nos vemos en la necesidad de redactar esta carta.

 

 

II

Nuestras diferencias con el PRT

 

Durante su XII congreso ordinario en verano de 2010, el PRT, pendiente de las transformaciones en la situación política nacional decidió adoptar como línea estratégica dos vías de intervención en el movimiento social. La primera a través de la intervención en el movimiento cívico-electoral dirigido por López Obrador y la segunda a través del movimiento de resistencia impulsado por el Sindicato Mexicano Electricistas y su idea de formar una organización política. Ambas alternativas se empujaron con la intención de construir fuerzas políticas capaces de disputar la conducción de nuestro país. Al mismo tiempo, estas dos vías tenían como horizonte la construcción del PRT como alternativa socialista y revolucionaria.

 

De acuerdo con las conclusiones alcanzadas por este congreso, el Partido participaría en ambos referentes con su propio programa, consigna y propaganda, es decir, construyendo partido; lo que en la práctica fue contrastado por tensiones y fuertes contradicciones que iniciaron incluso antes del congreso cuando en una actitud ambivalente y dubitativa parte de la dirección se negó a reconocer al movimiento dirigido por López Obrador como un movimiento con una dirección y reivindicaciones burguesas, caracterización que a la larga tuvo como consecuencia pleitesía y falta de crítica ante la campaña presidencial de López Obrador.

 

Esta confusión tiene que ver con una sobrevaloración del proceso electoral, por ejemplo cuando se afirmó que: “la campaña electoral presidencial del AMLO puede estimular, cohesionar políticamente, un movimiento cuya dinámica apunte al cambio de régimen, a la 

lucha contra el régimen oligárquico (sic.)” (Boletín interno del PRT, año 35, número 2, 2012), como si la campaña electoral de Obrador, por sí misma, impusiera una dinámica de movilización social y de confrontación que abriera la puerta a un cambio de régimen. Como si los tiempos electorales de facto, organizaran y movilizaran el descontento social. En dicha sobrevaloración, muchos miembros de la dirección asumieron que una lucha de “bloques históricos”, implicaría una coyuntura y una confrontación que diera paso a un cambio de régimen, situación que en la práctica no sucedió pues Obrador, como Cárdenas en 1988, traicionó y abandonó cualquier tentativa de movilización abierta y directa contra el régimen para dar esperanzas en las instituciones del Estado a través de hacer oficial a MORENA como partido electoral. Frente a ello el PRT solapó estas acciones mediante un silencio alarmante. Mientras Obrador contenía el descontento social tras las elecciones, el PRT no tuvo la determinación –muchos siquiera lo creyeron necesario– para criticar y denunciar la traición del candidato del “cambio verdadero”.

 

Esta situación sin embargo no es un error aislado, forma parte de una ruta llena de vacíos, omisiones y errores. Y es que la actitud del PRT frente a la inmovilidad de AMLO encaja con las posiciones tomadas frente a otras situaciones similares: por ejemplo la incorporación en el año 2007-8 al Frente Amplio Progresista, FAP, formado por el PT, Convergencia y PRD, para la participación de algunos de los dirigentes del PRT en listas plurinominales, sin discusión ni aprobación de estructuras de dirección pero sí justificada por la “urgencia de no perder esos espacios tan vitales y necesarios para la lucha” o la búsqueda en estas últimas elecciones de incluirse en la lista para candidatos a diputados y senadores, vía la intermediación de la compañera Rosario Ibarra.

 

En este conjunto puede ubicarse precisamente el apoyo brindado por el PRT a Martí Batres en las elecciones internas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en diciembre de 2011, decisión tomada de manera unilateral y en abierta contradicción con la propia línea emanada del XII congreso en donde se llama a romper con este partido. Al mismo tiempo que el PRT participaba en un mitin por la candidatura de Batres en la ciudad de México, en Guerrero, el gobernador del mismo partido Zeferino Torreblanca ordenaba un operativo policiaco en el cual dos estudiantes rurales fueron asesinados. Creemos que los socialistas no tenemos porque inmiscuirnos en las elecciones internas de ningún partido burgués y menos en uno que abriga a ex gobernadores asesinos y represores.

 

Éstos son sólo ejemplos de que la perspectiva estratégica del Partido sostiene fuertes inconsistencias y desorientaciones que lo han conducido a la falta de autonomía política, lo que tiene que ver no sólo con balances políticos sino también con la desestructuración y ausencias organizativas dentro de sus filas. Consecuencia de esta línea política, son las contradicciones que durante este periodo atravesaron muchos militantes de la organización. Caso ejemplar se expresa en los compañeros/as del estado de Durango, que recién ingresados al partido fueron electos como “flamantes” miembros de su Comité Central sólo para marcharse meses después al PRD. Esto mismo sucedió con camaradas que hacían doble militancia, en el PRD y el PRT, durante el periodo.

 

Es precisamente este panorama el que explica la falta de crítica a López Obrador expresada en llamados a votar por su candidatura sin ningún tipo de advertencia sobre sus implicaciones y su carácter, así como de su probable capitulación… hoy confirmada.

 

Pero, ¿la línea política de apoyo irrestricto a AMLO era la única posible para la coyuntura electoral? La emergencia del movimiento #Yosoy132, con sus limitantes e insuficiencias, puso en evidencia la podredumbre de las instituciones y la necesidad de llevar a cabo una crítica abierta, que en la práctica se hiciera acompañar de una política independiente de las visiones electoralistas, un lugar que el PRT no logró alcanzar en el último periodo electoral. La juventud que impulsó el movimiento 132 probó, en la práctica, que era posible llevar adelante una política independiente y a la izquierda de MORENA sin caer en políticas sectarias o abstencionistas. Sin embargo, dentro del Partido no existe intención alguna de llevar adelante el balance y la autocrítica en este sentido.

 

Ante este panorama nos parece necesario realizar un examen minucioso de la perspectiva estratégica de los/as revolucionarias ante los sistemas electorales. Hacer frente a las corrientes social-liberales evitando cualquier colaboracionismo, pasa por no brindar ningún tipo de confianza ante candidaturas de este tipo, como lo hizo el PRT frente a la candidatura social-liberal de López Obrador.

 

Como se ha señalado en la Cuarta Internacional, enfáticamente en su último congreso mundial, hay que poner atención a la experiencia de integración y colaboración con corrientes social-liberales, por ejemplo en Brasil e Italia ayer. Especialmente en México, en donde las últimas décadas prueban que el camino de las instituciones en sí, se encuentra cerrado por un Estado en abierta descomposición. Comprendemos que ante la crítica situación del país era necesario votar contra el PRI y el PAN para intentar frenar la embestida en las que nos encontramos, lo cual, de ninguna manera, implicaba sembrar esperanzas, tanto internas como a lo externo, en donde no existen.

 

Como el camarada Guillermo Almeyra nos recordaba, a manera de advertencia: “Los largos y farragosos programas electorales, sean o no correctos, no organizan ni movilizan. Para ello se necesita, por el contrario, pocas ideas-fuerza que todos puedan entender y retomar por su cuenta. La decisión de votar por un cambio real, contra el PRIAN, derivara de la organización y la movilización populares y será no la causa sino la consecuencias de ellas” (Almeyra, La Jornada, “México: ¿ante que estamos?”)

 

Todo ese cumulo de experiencias deberá de tomarse en cuenta autocríticamente para el nuevo reto que el PRT acaba de asumir: hacer que la OPT, proyecto de una organización de trabajadores convocada por la corriente mayoritaria de la dirección del SME, se enraíce entre los trabajadores mexicanos… ¡a través de la obtención del registro electoral y las elecciones!

Nadie pone en entredicho la valía del proyecto de la OPT como una manera de superar la falta histórica de independencia política y organizativa de la clase obrera mexicana, sin embargo tenemos nuestras dudas sobre si la ruta que ahora apoya el PRT por la vía de su 

institucionalización es la correcta, sobre todo bajo el antecedente de que esta nueva iniciativa (tiene menos de dos años de creada formalmente) tuvo como acción principal, y casi única, el apoyo a la reciente candidatura de AMLO a la presidencia. Además advertimos que, el principal promotor de ésta, la corriente 11 de octubre que dirige al SME, está sujeta a presiones varias que, como en ocasiones anteriores, la pueden hacer dar giros políticos abruptos. Cuestión que se vuelve más fácil sí las curtidas bases del SME no asumen como propio el proyecto… como hasta ahora da la impresión. Recordemos que los sindicatos –aún los más combativos – son órganos de defensa de los trabajadores en el marco del sistema capitalista; de ellos no surge espontáneamente la conciencia para derribarlo.

Aún bajo estas atenuantes, y considerando que la idea de buscar el registro en este momento no es la manera de construir la OPT, consideramos su realización de una trascendencia mayúscula para la correlación de fuerza en el país. Por ello, seguiremos de cerca su evolución.

 

III

La organización: la otra cara de las ausencias estratégicas

 

Todo proyecto revolucionario debe ser capaz de articular una perspectiva estratégica sólida con una capacidad organizativa ejemplar, ésta es la visión leninista de la organización. El discurso por sí mismo, al margen de acción y organización, se desvanece. En este ámbito es necesario recalcar que los horizontes estratégicos de un partido revolucionario son el reverso de un proceso organizativo. Es decir, el problema de la organización es un dilema abiertamente político que encara directamente el problema de la estrategia. Sin embargo, dentro del Partido Revolucionario de las y los Trabajadores privan visiones que no promueven la militancia activa y organizada sino que alientan la laxitud, el amiguismo y el caudillismo permitiendo que en muchas ocasiones las decisiones sean tomadas por una sola persona.

 

Es precisamente esta dinámica de desorganización la que ha provocado que el Partido atraviese un periodo de desestructuración durante los últimos años, contrastando el periodo de antelación a los congresos extraordinario y ordinario de 2009 y 2010 respectivamente. Desde el cual, el partido vive una situación lamentable en términos organizativos que le ha impedido mantener propaganda continúa. Además, fue este mismo ambiente de desorden generalizado dentro de las estructuras del Partido la que permitió y alentó la salida de muchísimos militantes durante los últimos tres años, lo cual derivó en la desestructuración total del trabajo juvenil y estudiantil del Partido. Cuestión alarmante pero ante la cual la dirección del PRT ha hecho caso omiso. Esta misma situación tiene que ver con la escasa participación del Partido en movimientos y manifestaciones de gran importancia… desde hace casi 2 años fuimos incapaces de convocar un solo contingente en las principales movilizaciones sociales. Durante meses de movimiento contra la candidatura de Peña Nieto el PRT no logró tener ni un solo contingente.

 

A esto le sigue la falta de claridad en la militancia del partido. Hasta ahora, y después de años de intentos, el PRT no sabe bien a bien quién se encuentra entre sus filas. Al mismo tiempo que, ¡el partido no cuenta con programa, principios y estatutos vigentes desde hace 15 años! (los últimos generados para poder registrarse ante las autoridades electorales del país) así como la existencia de escasísimas estructuras de base lo que dificulta al extremo la integración de nuevos militantes. A la luz de estos hechos reconocemos que tod@s hemos sido parte de este curso que hoy tiene como resultado un partido desestructurado y sin viabilidad organizativa.

 

Estas irregularidades organizativas han llevado al PRT a excesos tales como la designación del número de delegados al XVI Congreso Mundial de la Cuarta Internacional, con base en invenciones de su número de militantes. Y sobre todo, a la perdida y desilusión de una gran cantidad de camaradas, en su mayoría jóvenes, hacia este proyecto político.

 

Producto de la desorientación estratégica y de la desorganización, traducida en la falta de estructuras que aseguren un funcionamiento democrático, el Partido tiende al secuestro individual de funciones vitales para la estructura partidaria. Durante años, y a pesar de la propuesta expresa de muchos militantes en órganos de dirección, el correo electrónico ha permanecido bajo el control de un solo miembro del partido, lo mismo ha ocurrido con la página web de reciente creación. Esta dinámica es profundamente antidemocrática pues sin ningún tipo de consideración emprendida por el conjunto de la organización en el correo electrónico se vetan textos y se limitan opiniones.

 

Ejemplo claro de esta situación ocurrió hace meses, en el marco de las definiciones sobre la candidatura de López Obrador, cuando algunos miembros de la dirección presentaron un llamado de atención a la línea del Partido, ante el Comité Central, documento que a pesar de estar dirigido al conjunto de la dirección no fue circulado por el correo electrónico del Partido. Una evidencia expresa de la falta de democracia interna dentro del PRT, lo que incluso impide difundir cualquier tipo de opinión que vaya en contra de la posición mayoritaria dentro de la organización, condición mínima dentro de una organización que se reclame revolucionaria dentro de nuestra tradición.

 

Estas deficiencias organizativas, que se expresan alarmantemente en el déficit de la vida democrática del Partido, hacen imposible – y claramente indeseable para muchos a lo interno – la formación de una tendencia que pueda dar la pelea política para cambiar su orientación política. El PRT que históricamente, como parte del comunismo anti-burocrático, tuvo como virtud su vida democrática hoy cae en prácticas monolíticas y antidemocráticas.

 

 



No traicionemos el futuro”

 

 

Ante las razones expuestas a lo largo de este documento los abajo firmantes desde este momento, renunciamos a ser militantes del PRT y a los organismos de dirección que ocupamos hasta este momento. Aunque nos reconocemos en el mismo proyecto histórico, el del comunismo revolucionario y la misma organización Internacional nos retiramos en este momento por no coincidir ni con su orientación política ni con sus formas organizativas. Preferimos hacernos a un lado, antes que seguir desgastando una relación con combates fratricidas internos que pueden vedar un posible reencuentro bajo condiciones políticas diferentes en el futuro; también lo hacemos por el recuerdo y agradecimiento a este partido y sus militantes, por los años de camaradería que pasamos juntos, y la formación e introducción al marxismo revolucionario y el proyecto de la Cuarta Internacional. Esperamos encontrarnos en las luchas cotidianas y no cerramos la puerta a un futuro reagrupamiento.  

 

 

 

 

 

 

Max Alcántara, ex miembro de Comité Central.

 

 

 

 

 

Samuel González, ex miembro del Comité Central y delegado al XVI congreso de la Cuarta Internacional.

 

 

 

 

 

 

Diego Bautista, ex miembro de Comité Central y el Comité Político.