El impacto diferenciado de la pandemia entre las mujeres y las niñas: Alicia Mendoza

 Mujeres impacto diferenciado y en la primera línea frente al COVID-19.

Al capitalismo patriarcal no le importa nuestras vidas

 

Comisión de Trabajo Feminista del Partido Revolucionario de las y los Trabajadores.

Guión para exposición del Comité Central extraordinario del PRT, 11 abril 2020.

 

Introducción

La crisis por pandemia por el COVID-19 ha hecho más evidente la punta del iceberg, que es la crisis mundial por el desmantelamiento de las funciones públicas del Estado, especialmente en el ámbito de la salud y seguridad social. Por tanto, nos hace centrarnos en el ámbito público nuevamente y deja oculta la base de ese iceberg: lo social. Específicamente, el impacto que tiene y tendrá la contingencia en las mujeres y niñas tanto en la esfera privada, sus vidas, derechos, economía y trabajos, como lo explican Sandra Esquerra, del Estado Español y muchas feministas que se han colocado en los movimientos feministas contemporáneos desde la economía feminista, la teoría de la reproducción social, del sistema de cuidados, feminismo socialista y ecofeminismos, cuyos trabajos y análisis recientes sobre la pandemia y el impacto en las mujeres, algunos, retomamos y esbozamos en este primer ensayo.

Quédate en casa

La principal medida de contingencia a nivel mundial para mitigar la pandemia por el COVID-19 es el distanciamiento y confinamiento social, en México “Quédate en Casa”. Una de las consecuencias directas es para quienes están sosteniendo la crisis actual: las mujeres de la clase trabajadora, tanto en el sistema familiar y en el trabajo reproductivo, como en el sistema de salud donde el 95% del personal de salud son enfermeras mujeres y el 40% son médicas.

Ellas están sosteniendo a toda la sociedad en las mayores condiciones de pobreza, vulnerabilidad, enfermedad, precariedad laboral, discriminación laboral, desigualdad social, violencia y con menor acceso al derecho a la salud y otros derechos humanos

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. Lo cual se traduce, en sí,  en una problemática social.

Pero la pandemia también nos recuerda, lo que la economía feminista ha señalado siempre que el trabajo reproductivo que llevan a cabo las mujeres y niñas, históricamente invisibilizado y no pagado, ha sido siempre vital para la sobrevivencia de la sociedad y del sistema, y es justo donde el sistema económico político capitalista y patriarcal se está sosteniendo en este momento de crisis por la pandemia.

En este momento de avance, en América Latina, de la pandemia todas las personas dependemos vitalmente de:

 

a) una buena atención médica,

b) un sistema de salud confiable,

c) una excelente investigación científica y

d) de los trabajos de cuidados y reproducción social dentro del espacio privado que es el hogar.

 

Sobre este último punto, es en el hogar donde las mujeres están atendiendo y atenderán a millones de personas que desarrollen la enfermedad por el COVID-19. Porque el sistema de salud en cualquier país del mundo está imposibilitado para atender a las millones de personas que enfermen, han enfermado o a las miles que lamentablemente han fallecido sin atención médica, por el colapso del sistema de salud. Lo cual significa una de las mayores tragedias humanas del último siglo, pues como todas las otras enfermedades bajo el capitalismo, la pobreza y el acceso a la atención determinarán quién vive y quién muere.

Así, la lógica del mercado vuelve a imponer a la familia, concretamente a las mujeres y niñas, sostener lo que el sistema capitalista y patriarcal ha decidido no reconocer, ni dar mayor gasto público: ese sistema de cuidados y reproducción social indispensable para cuidar y atender a toda la población.

Gobiernos, sociedad, medios de comunicación invisibilizan la doble, triple o múltiple jornada del trabajo, los derechos a los que no tienen acceso y las demandas de las mujeres, trabajadoras, trabajadoras del hogar, trabajadoras de limpieza gubernamentales, enfermeras y doctoras que están en la primera línea y están sosteniendo esta crisis.

Para Naomi Klein el problema estuvo en que los líderes de los países no prestaron atención a las señales de advertencia  e impusieron una brutal austeridad económica en el sistema público de salud.

Tampoco pusieron atención a las lecciones de epidemias anteriores como lo señala Helen Lewis

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. Como ella lo documenta, la epidemia de Ébola en África, 2014-2016, afectó las oportunidades de vida de las niñas, cierre de escuelas, muchas abandonaron la educación; hubo un aumento en las tasas de embarazo adolescente (violencia sexual), la violencia doméstica y sexual aumentó. Y más mujeres murieron durante el parto porque los recursos se desviaron a otros lugares considerados prioritarios.

Lewis cuestiona si se sabía que “habría un brote que saldría de China, que mostraría cómo la globalización propaga la enfermedad, que eso paralizaría los sistemas financieros, y no había una gran cantidad de dinero lista para funcionar, ningún plan de gobierno... Sabíamos todo esto y no nos escucharon. Entonces, ¿por qué escucharían algo sobre el impacto en las mujeres?”.

[3]

Quizá, porque las vidas y los derechos humanos de poco más de la mitad de la población no son prioridad para la mayoría de los gobiernos del mundo.

Esta crisis nos demuestra que el sistema capitalista patriarcal siempre ha favorecido la producción sobre la reproducción, y es tan vulnerable y frágil que una crisis de salud por la pandemia, como la que vivimos ahora, muestra cómo se desmorona todo, como lo explica Yayo Herrero

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.

Con la pandemia actual, lo que han instaurado en el mundo son medidas de emergencia capitalistas para prevenir una gran crisis reproductiva, pero lo que necesitamos son sociedades que pongan la vida en el centro realmente, con jornadas laborales mucho más cortas, que el trabajo esté repartido de otra forma diferente a la división sexual del trabajo que ha imperado en la historia, implementar la corresponsabilidad entre la vida familiar y la vida laboral, como lo marca la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre muchas otras medidas políticas, económicas, sociales y culturales feministas.

Para el feminismo socialista una de las tareas es justo transformar esas condiciones materiales de reproducción de vida actuales.

1.     

Reproducción social y sistema de cuidados

 

La autora Aurore Koechlin, en su artículo “Crisis de Covid-19: priorizar la reproducción sobre la producción”

[5]

, expone que justo en este momento, en medio de la crisis del coronavirus que pone en peligro la vida de la humanidad, cuando casi toda la economía está inactiva, es cuando la sociedad completa está preocupada por la supervivencia, por lo que vamos a comer día a día y si vamos a poder volver a ver y abrazar a familiares, hijes, amistades, etc. Es decir, que solo hasta este momento de crisis para la sociedad completa a escala individual es visible el sistema de cuidados y de reproducción social imprescindible para sostener la vida, aunque también es visible para los capitalistas.

 

Porque la crisis de salud está obligando al sistema capitalista patriarcal a centrarse en la vida y el trabajo vital, como la atención médica, la atención social, la producción y distribución de alimentos. Pero es solo una medida de emergencia, el sistema capitalista y patriarcal intentará regresar a lo mismo: explotación, precarización y pobreza de estos trabajos, del trabajo y de la vida de las mujeres.

 

Así, este momento histórico nos pone delante muchos retos, el primero es sobrevivir, pero también coloca una gran oportunidad de abordar, analizar, retomar, sostener, debatir y fortalecer públicamente las demandas que desde los feminismos están surgiendo y se han propuesto, en los últimos años de ascenso de los feminismos, para realmente poner al centro la vida, política, económica y socialmente,  no la producción capitalista patriarcal y ecocida.

 

¿Qué es la Teoría de la Reproducción Social?

 

La reproducción social en términos generales implica todos esos quehaceres domésticos, cuidados y afectos que sostienen la supervivencia y las economías, pero que son invisibilizados por el sistema. Y que además está en la misma cadena en la que se sostiene el capitalismo patriarcal donde están la explotación laboral, económica, la explotación de los recursos naturales, la desterritorialización y el creciente endeudamiento de los países y su ciudadanía, explican compañeras en Ecuador

[6]

, la misma dinámica que recorta los presupuestos de los pueblos para la salud.

De acuerdo con Tithi Bhattacharya, autora junto con Cinzia Arruza y Nancy Frase del Manifiesto de un feminismo para el 99%, “la mejor manera de definir la reproducción social es las actividades e instituciones que se requieren para hacer la vida, mantener la vida y reemplazarla generacionalmente.”

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Ella llama a esto actividades "que hacen la vida" y explica:

“Hacer vida es parir, pero para mantener esa vida requerimos una gran cantidad de otras actividades, como limpiar, alimentar, cocinar y lavar la ropa. Hay requisitos institucionales físicos: una casa para vivir; transporte público para ir a varios lugares; instalaciones recreativas públicas, parques, programas extracurriculares. Las escuelas y los hospitales son algunas de las instituciones básicas necesarias para el mantenimiento de la vida y la creación de la vida.”

“Esas actividades e instituciones que están involucradas en este proceso de creación de vida que llamamos trabajo de reproducción social e instituciones de reproducción social. Pero la reproducción social también es un marco. Es una lente a través de la cual mirar el mundo que nos rodea y tratar de comprenderlo. Nos permite localizar la fuente de riqueza en nuestra sociedad, que es tanto la vida humana como el trabajo humano.”

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Bhattacharya explica que la crisis del coronavirus ha aclarado trágicamente lo que las feministas de reproducción social han estado diciendo durante mucho tiempo, que es que el trabajo de cuidado y la reproducción de la vida son trabajos esenciales de la sociedad. La mayor demostración es que ahora, durante la crisis por la pandemia, todos los gobiernos del mundo mantienen trabajando solo a quien hace trabajo esencial para sostener y reproducir la vida: enfermeras, limpiadoras, servicios de recolección de basura, producción de alimentos y en curso. Es decir, alimentos, combustible, vivienda, limpieza son los servicios esenciales; no los banqueros, especuladores o grandes cadenas comerciales que no vendan comida.

En la “Declaración del PRT frente a la emergencia que representa la pandemia de COVID-19”

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destacamos que es primordial que en esta situación de emergencia nuestro sistema de cuidados no recaiga en las mujeres y niñas, en quienes se amortiguan las crisis a costa de su salud física, emocional y psicológica, ahondando las desigualdades de género. Exigimos que el Estado y todos los niveles de gobierno promuevan el reparto colectivo de las tareas de reproducción social, trabajos del hogar y de cuidados de niñas, niños, personas adultas y enfermas. 

 

Rechazamos el discurso presidencial que estereotipa, discrimina, estigmatiza y vuelve a colocar la carga de la reproducción social y de cuidados en mujeres y niñas. Demandamos que el Estado se responsabilice de garantizar medidas de atención a la población en estos momentos, pero también hacemos un llamado a que la sociedad se comprometa en el cuidado colectivo y justo.

                      

El 24 de marzo 2020, en México, se dio a conocer el plan de atención a la población más vulnerable frente al COVID-19 y el inicio de la Fase 2 de la contingencia. En el discurso y la orientación del Presidente llamó a las familias a organizarse para el cuidado de las personas adultas, quienes están siendo las más vulnerables frente a la pandemia, también responsabilizó de estos cuidados, en concreto, a las hijas, a las mujeres. Es evidente que esta orientación reproduce la división sexual del trabajo y la carga de los cuidados en las mujeres. Además, demerita las propuestas y la campaña que han promovido las instituciones que trabajan por la igualdad de género a nivel nacional para prevenir la violencia y atender a las mujeres durante la contingencia de salud dentro de la Jornada Nacional de Sana Distancia.  

Algunas reflexiones y propuestas elaboradas desde el feminismo en el contexto de la pandemia sobre el sistema de reproducción social y los trabajos de cuidados

A nivel internacional, diversas actoras y alianzas desde los feminismos están generando reflexiones, alternativas y propuestas para poner en el centro la vida, en todas estas el acento esta en el trabajo humano, de las mujeres, y no en el producto de ese trabajo (mercancía), además, relacionan la crisis alimentaria, de agua potable, de vivienda digna, crisis ecológica y el cambio climático en general

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.

Tithi Bhattacharya ha hecho algunas propuestas de demandas básicas que durante la crisis debemos hacer como:

a) Instituir de inmediato el "pago pandémico" para las trabajadoras y trabajadores de cuidados esenciales. Están arriesgando sus vidas. Necesitan salarios mucho más altos.

b) Invierta en hospitales y servicios médicos a la vez, intente nacionalizar la asistencia sanitaria, de salud, privada, como lo ha hecho España.

c) Brinde cuidado infantil y asistencia financiera inmediata a todos, especialmente a trabajadores que tienen que ir a trabajar.

d) Y sin redadas de inmigración ni deportaciones. Irlanda y Portugal han extendido todas las visas y eliminan el estatus de inmigración indocumentada. Estos son los modelos que debemos seguir

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.

 

Advierte, además, que después de la crisis de COVID-19, el capitalismo intentará volver a los negocios como siempre, se seguirán utilizando combustibles fósiles. Y, apunta que nuestro trabajo será no permitir que el sistema olvide esta crisis y volvamos a la “normalidad” que ha impuesto hasta ahora el sistema capitalista patriarcal. La pandemia demuestra que no se puede sobrevivir sin los trabajos de la reproducción social y de cuidados, que son trabajos esenciales, por tanto necesitamos exigir que esos sean respetados y bien pagados.

El Colectivo Feminista Marxista, formado por Tithi Bhattacharya, Svenja Bromberg, Angela Dimitrakaki, Sara Farris y Susan Ferguson, lanzó “Las Siete Tesis. Sobre la reproducción social y la pandemia de Covid-19”, cuyas tesis señalan justo que:

 Tesis 1. El capital prioriza la obtención de ganancias sobre la creación de vida: queremos revertirlo. “La crisis de salud está obligando al capital a centrarse en la vida y el trabajo vital, como la atención médica, la atención social, la producción y distribución de alimentos. Exigimos que este enfoque permanezca incluso cuando la pandemia haya pasado, de modo que la salud, la educación y otras actividades de creación de vida se modifiquen y sean accesibles para todos”

Tesis 2. Las trabajadoras de la reproducción social son trabajadoras esenciales: exigimos que sean reconocidas como tales a perpetuidad”. Y se exige que “trabajadores en los sectores de reproducción social (enfermeras, limpiadores de hospitales, maestras, maestros, personal de eliminación de basura, fabricantes de alimentos y personas empleadas de supermercados) sean reconocidos permanentemente por el servicio esencial que realizan, y que sus salarios, beneficios y posición social mejoren para reflejar su importancia en el mantenimiento de la sociedad en su conjunto.”

Tesis 7. Las trabajadoras y los trabajadores de la reproducción social tienen poder social: podemos usarlo para reorganizar la sociedad. “Esta pandemia puede y debe ser un momento en el que la izquierda presenta una agenda concreta sobre cómo apoyar la vida sobre las ganancias de una manera que nos ayudará a ir más allá del capitalismo (…) Este es el momento en que nosotras, como trabajadores de reproducción social, debemos desarrollar la conciencia del poder social que tenemos, en nuestros contextos nacionales, en las fronteras que nos dividen y en todo el mundo.” “Ese conocimiento puede ser la base de políticas que respetan nuestro trabajo, también puede ser la base de la acción política que construye la infraestructura para una agenda renovada anticapitalista”

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También, el 18 de abril pasado, feministas camaradas internacionalistas lanzaron “El Manifiesto Feminista transfronterizo para salir juntes de la pandemia y cambiar el sistema”

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en el que colocan demandas claras y fundamentales antipatriarcales para accionar juntas y no volver a la normalidad,  porque la normalidad basada  en la desigualdad y la violencia era el problema. Manifiesto que conmina “a mover nuestras millones de voces en la misma dirección para poder evitar la fragmentación que impone la pandemia”, como lo ha enseñado la huelga internacional feminista en los últimos cuatro años.

Esta ha sido una demanda del movimiento más fuerte sobre todo desde el 2017, desde la lógica de la iniciativa de la Huelga Internacional de Mujeres o el Paro Internacional de Mujeres (PIM), que ha puesto como eje central el tema de la invisibilización del trabajo de las mujeres explotado y no remunerado que es precisamente el punto clave que se destaca hoy en el contexto de la pandemia. Demanda e iniciativa que en México hemos retomado e impulsado como Coordinación 8M de la Ciudad de México, desde ese año.

 

Por su parte, Aurore Koechlin afirma que “el capitalismo por sí solo no puede resolver sus propias contradicciones. Por tanto, depende de la clase trabajadora imponer sus condiciones. En este momento donde se da prioridad a la reproducción sobre la producción. El dinero debe inyectarse como prioridad en los sectores de la salud y la alimentación. Nacionalizar las empresas que fabrican equipos médicos esenciales.”

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En México, Lucía Melgar acentúa que se requiere de un discurso de Estado que apele a la unidad y la responsabilidad social, que sea respaldado con acciones legales y medidas económicas para proteger el empleo, evitar la pauperización general, castigar la manipulación de precios, prevenir la violencia en casa y la que puede surgir en las calles si no se garantiza la subsistencia de la población precarizada. Todo ello con apego a los derechos humanos y la democracia, como han destacado Naciones Unidas y diversas ONG

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Recordemos que las y los trabajadores han luchado y denunciado la pauperización neoliberal al sistema nacional de salud y de seguridad social. Con la pandemia se coloca la oportunidad de pensar en luchar para exigir se establezca en pocos años un sistema de salud y de seguridad social para todas las personas, como se marca en la Constitución nacional y desde los derechos humanos a nivel internacional, como un tema prioritario y con más presupuesto.

Además, necesitamos un sistema nacional de cuidados, cuidado de infancias, personas enfermas, discapacidad  y adultas. El 19 de marzo de este, diversos organismos de DDHH internacionales, el Comité de Expertas de la Convención de Belém do Pará y la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de los Estados Americanos (OEA), indicaron que los gobiernos deben incorporar la perspectiva de género en las medidas de mitigación para garantizar atención a víctimas de violencia, salud universal para todas las mujeres y acciones para evitar aumento de los trabajos de cuidado y que se afecten sus prestaciones o derechos laborales. Un sistema nacional de cuidados para que no vuelva a caer bajo el trabajo, la vida y la salud de las mujeres esta imposición machista de cuidar de toda la sociedad.

 

Además, en varios países diversas feministas han destacado algunas experiencias de cómo se ha reorganizado estos trabajos de reproducción. Y anotan que este  momento de crisis también ha permitido pensar en la auto organización de la reproducción; a nivel de barrios, edificios o donde se lancen hoy iniciativas de solidaridad, que son experiencias sin precedentes.

 

2.     

Violencia exacerbada contra las mujeres durante la contingencia

La violencia contra las mujeres en el hogar está incrementando en estos días de aislamiento social por razones sanitarias, según ONU Mujeres. Las mujeres de América Latina son las más afectadas.

 En México los casos de feminicidio, otra pandemia que no para por la cuarentena, han continuado y se han agudizado situaciones de violencia en el ámbito familiar.

De acuerdo con la Secretaría de Gobernación, los reportes de los estados de la República mexicana sobre las llamadas de emergencia al 911, la violencia intrafamiliar ha  incrementado entre 30 y 100%, en las primeras dos semanas de confinamiento, al 10 de abril de este año.. Y que al 17 de abril de 2020, la violencia contra las mujeres había aumentado un 120% durante la pandemia, 66% violencia física y 22% violencia psicoemocional

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Como sabemos, el hogar es uno de los espacios donde se ejerce un alto grado de violencia contra mujeres y niñas, incluidas la violencia sexual y la feminicida (el 93% de los casos de violencia contra mujeres tiene como agresor a un familiar).  Además que 19 estados del país cuentan con la Declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, por el aumento de las violencias en el país donde cada día son asesinadas 10 mujeres y niñas.

 

Como mencionamos en la Declaración del PRT

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es urgente que durante la contingencia el Estado destine recursos suficientes para garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y todos sus derechos humanos.

 

Debemos recordar que la 4T, en la actual legislatura, eliminó o redujo el presupuesto en al menos 20 programas nacionales de apoyo a niñas, adolescentes y mujeres, como las estancias infantiles. Como parte de su política de austeridad, que afectó a organizaciones en defensa de derechos humanos y de las mujeres.

 

Y sólo en medio de la contingencia se aprobó, por fin, liberar el presupuesto etiquetado por el poder Legislativo para refugios y servicios de atención contra la violencia de género, por lo que los refugios ya operaban a máxima capacidad y sin el presupuesto del este año, lo que representa un mayor riesgo en esta cuarentena para las mujeres que necesitan de los refugios para sobrevivir a la violencia feminicida dentro de sus hogares.

 

Recordemos que el año pasado, 2019, el presidente López Obrador emitió una circular en la que ordenó que no se entregaran recursos públicos a Organizaciones de la Sociedad Civil, por lo que se suspendió la convocatoria para transferir los subsidios a los refugios, que entonces estaba a cargo de la Secretaría de Salud. Por lo que, la Red Nacional de Refugios, las organizaciones feministas y las feministas denunciaron esta medida presidencial pues atentaba contra el derecho de las mujeres al acceso a una vida libre de violencia como lo marcan las leyes nacionales e internacionales.

 

Después de una inmensa presión contra esta medida presidencial y ante la ola de críticas porque no existe en el sistema público la capacidad de dar el servicio que dan los refugios a miles de mujeres, el gobierno dio marcha atrás. Pero hasta el 23 de abril de 2020, dicho recurso contemplado en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2020 no se había entregado a los Refugios, pese a los emplazamientos del poder Legislativo y a que el mismo Gobierno Federal ha reconocido recientemente como Servicios Esenciales que no pueden suspenderse ante el COVID-19.  Dicho retraso suma ya 6 meses, lo que demuestra que salvaguarda la vida de las mujeres no es prioridad de esta administración.  

 

Como se puso de manifiesto el pasado 8M en las calles, la violencia contra las mujeres es un problema grave de salud pública y social, al cual el Estado no ha podido o no ha querido responder, atender prioritariamente, ni erradicar.

 

Por eso, ante esta doble pandemia (la violencia feminicida y el coronavirus), además de la opción que dio el gobierno de llamar al 911, Planificatel, Línea Materna, Línea de Vida o línea psicológica, en caso de violencia o emergencia, urgen políticas públicas centrales del gobierno con suficiente presupuesto para realmente poder prevenir, atender, sancionar y erradicar todos los tipos y modalidades de violencia.

 

Se ha señalado reiteradamente las limitaciones de las políticas del gobierno y de las encargadas de las políticas de género en esta crisis. Así, fue hasta la tercera semana de la contingencia

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, cuando el gobierno informó que la SEGOB, la Secretaría de Salud, el INMUJERES, el Instituto Nacional para el Desarrollo Social de la Secretaria de Bienestar, el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF), y la Secretaría de Seguridad Pública, trabajan en el fortalecimiento de los servicios que los gobiernos locales y los centros de refugio (sin presupuesto aún) proveen para atender la violencia contra las mujeres durante el aislamiento, sin dar a conocer bien las propuestas o política públicas.

Alerta, obstaculización del acceso a otros derechos humanos

Muchas organizaciones feministas y organismos internacionales de derechos humanos han alertado que la emergencia por la crisis del COVID-19 afecte muchos derechos de las mujeres, se deje sin atención urgente y se obstaculice al acceso a muchos derechos  como a la salud, incluido el aborto legal y otras emergencias obstétricas. Porque se corre el riesgo que los temas de salud que no son prioridad por la pandemia se cancelen, y tengan efectos directos en mortalidad materna o acceso a anticonceptivos.

 

Por ello, organizaciones feministas demandaron que el acceso a la interrupción legal del embarazo en México debe de ser garantizado y no ser aplazado o desplazado en tiempos de pandemia, ya que es un servicio de salud esencial y sensible al tiempo

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. Y como lo señalan, afortunadamente, el 12 de abril la Secretaría de Salud publicó los Lineamientos para la prevención y mitigación de COVID-19 en la atención del embarazo, parto, puerperio y de la persona recién nacida, y los establece como servicios esenciales. Asimismo, afortunadamente, la Secretaría de Salud incluyó también al aborto legal y seguro entre los servicios de salud reproductiva que son esenciales, esto es importante, pues el acceso al aborto en otros países el acceso se está viendo amenazado con el pretexto del COVID-19

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Aunque, la recién aprobada Ley de Amnistía, 16 de abril 2020, ante la crisis sanitaria no beneficiará a mujeres que están presas por el delito de aborto o por el delito de homicidio en razón de parentesco, por el que muchas mujeres que abortaron fueron sentenciadas a penas de hasta 50 años de prisión.

 

Tenemos que apuntar que gobernantes de algunos estados han impuesto la obligación del aislamiento social para mitigar la cadena de contagio. Lo cual ha provocad miedo en algunas ciudades y comunidades, como en Michoacán, donde de acuerdo con nuestras compañeras ha habido cateos ilegales, extorsiones, filtros de revisión, operativos por parte de la policía y nos hace preguntarnos ¿cómo se garantizarán los derechos humanos?, ¿cómo se justificarán las salidas esenciales, para buscar alimentos, por ejemplo?, ¿los policías determinarán a quién detener y a dónde se llevarán a las personas detenidas? Otro estado que ha implementado el aislamiento obligatorio es Jalisco, donde el gobernador, Enrique Alfaro, informó que quien no cumpla será sancionado y que la fuerza pública tiene la encomienda de hacer cumplir las medidas. En Sonora también se decretó la cuarentena obligatoria. Mientras que estados como Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas han restringido la movilidad entre personas de otros estados. El Ayuntamiento de Tecolutla, Veracruz implementó el sistema de multas máximas para sancionar a cualquier persona foránea que ingrese al municipio y a quien hospede a turistas.

 

3.     

Violencia laboral, despidos y pobreza

 

La crisis de la pandemia también hace evidente la situación de precarización y discriminación laboral de la mayoría de las mujeres trabajadoras en México, por las  condiciones del trabajo remunerado que desarrollan que es mayoritariamente explotado, informal, servicios, maquilas, outsourcing, doméstico, etc. Y el desempleo y la falta de una infraestructura social para el sostenimiento en una crisis como esta. Todo ello, producto de décadas de recortes, privatizaciones, bajos salarios, precariedad laboral y ataque a los derechos  de la clase trabajadora.

Belén Sanz Luque, representante de ONU  Mujeres en México, informó, el 8 de abril de 2020, que en México  el 28% de familias está encabezada por una mujer. Que 6 de 10 mujeres trabajadoras están en situación de vulnerabilidad, en el trabajo informal. Se encuentran en el sector servicios mayormente, 79% terciario  sin seguridad social.

También que estas trabajadoras dedican a las labores del cuidado 3 veces más tiempo que los hombres. Y que justo la interrupción laboral y educativa en todos los niveles por la emergencia provoca que la carga de cuidados de infantes, personas adultas triplique las tareas de las mujeres en el hogar, todo lo cual coloca las en enorme vulnerabilidad.

La OIT, en un informe reciente, informó que las mujeres son quienes predominan en los empleos de baja remuneración y están sobrerrepresentadas en los sectores más afectados, como los servicios, (a nivel mundial 58.6 por ciento de las mujeres empleadas trabajan en ese sector), lo que las coloca en mayor vulnerabilidad de perder el empleo durante esta contingencia sanitaria. 

Señalamos que urge que el plan del gobierno federal para atender la contingencia por el COVID-19 contenga una puntual perspectiva de género ya que las medidas de confinamiento traen a las mujeres mayor riesgo de perder el empleo o el ingreso por sus condiciones precarias, informales y de desigualdad, por lo que urgen políticas públicas que realmente respondan a la problemática de que miles de mujeres se queden sin ingresos, se enfrentan al desempleo y a la extrema pobreza. 

 

La Secretaría del Trabajo informó que desde el 13 de marzo comenzó a caer el empleo formal como consecuencia de la pandemia, detalló que hasta el al 6 abril, las empresas grandes son las que han despedido a 346 mil 878 trabajadores, sin desagregar por sexo. Quintana roo, Ciudad de México, Nuevo León, Jalisco, Estado de México y Tamaulipas, registran el 58% del total de los despidos.

 

La revista Proceso detalló que estas empresas que ganan millones sobre explotando todo el año y ahora tienen la infamia de despedir masivamente a trabajadoras y trabajadores son Burger King, Domino’s Pizza, Starbucks, Zara, Vips y contando.

Por otro lado, desde el año pasado la Secretaría de Salud admitió que hacía falta por lo menos 200 mil médicos y médicas, y 300 mil enfermeras, lo cual se refleja en jornada extenuantes para las y los profesionales de la salud que ahora enfrentan el virus. Ante la situación grave por la emergencia sanitaria actual, el pasado 21 de abril, la Nueva Central de Trabajadores y la Coordinación Nacional de Sindicatos Universitarios, la Educación Superior, Investigación y Cultura manifestaron la necesidad de levantar un frente unido de y para defender a las y los trabajadores de la  salud, que a su vez  significa defender los intereses de la mayoría de la población para tener un acceso pleno a la salud y bienestar. Además de una urgente reorientación del gasto público para fortalecer al sector salud.

 

Todo esto, mientras paradójicamente en diversos estados de la República Mexicana se agrede y discrimina a trabajadoras y trabajadores de la salud por estigma y desinformación, eventos de violencia que van en aumento. Por lo cual la ONU México condenó las agresiones contra las y los profesionales de la salud y pidió al gobierno garantizar la seguridad y a la sociedad a respetarles. A su vez el gobierno mexicano informó que la Guardia Nacional trabajará en la vigilancia de hospitales donde sean atendidas personas con COVID-19.

 

La titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde, solo llamó a estas grandes empresas a  “reconsiderar” estos despidos, y les dijo que no es momento de correr, despedir, dejar de pagar el salario a trabajadores en esta época de emergencia sanitaria.

 

Periodistas feministas han documentado que la guía de acción para los centros de trabajo ante el COVID-19 que publicó la Secretaría de Trabajo no tiene perspectiva de género ni integra las solicitudes que han hecho organismos internacionales para evitar que las medidas de mitigación generen desigualdad para las trabajadoras.

Es inútil el llamado a la conciencia de empleadores para apoyar a las trabajadoras o “reconsiderar” su despido, pues sabemos que sus intereses económicos y ganancias están por encima de nuestras vidas.

 

Para quien quedarse en casa no es una opción, no hay respuestas del gobierno

Las trabajadoras y trabajadores con trabajos esenciales ¿tienen seguridad garantizada para su salud y vida? Trabajadoras y trabajadores de la salud, limpieza de hospitales, limpieza de calles, repartidores a casa, productores  y vendedores de alimentos, periodistas, etc. están en mucha vulnerabilidad, pues están en la primera línea.

Además de que una gran parte de la población trabajadora en condiciones de precarización, como trabajadoras del hogar, cuidados o quienes viven del trabajo informal o subempleadas, no puede resguardarse y quedarse en su casa, pues tiene que salir todos los días a ganarse el sustento, poniendo en riesgo su salud y su vida.  

 

Las trabajadoras del hogar es un sector con mayor grado de desigualdad e injusticia en México, de acuerdo con Marcelina Bautista, fundadora del Centro de Apoyo y Capacitación para las Empleadas del Hogar (CACEH) y del Sindicato Nacional del Trabajadoras del Hogar (Sinictraho), al 13 de abril, denunció que ante la emergencia las trabajadora del hogar en México no han podido quedarse en casa, porque viven al día con su trabajo, muchas han sido despedidas, a muchas otras los empleadores no les pagaron su salario por la pandemia y otras quedaron recluidas en sus lugares de trabajo bajo condiciones de explotación laboral, algunas sin goce de sueldo y sin descanso. Y como no tienen seguro social no pueden acceder a casi ningún apoyo social.

 

Muchas empresas de labores no esenciales están obligando aún laborar a trabajadoras y trabajadores, pese al riesgo de contagio y de perder la salud y la vida. Miles de trabajadoras y trabajadores continúan asistiendo a sus lugares de trabajo, y bajo ese esquema las empresas ponen en riesgo la salud y la vida de miles trabajadores. Hasta el 16 de abril, la Secretaría de Salud informó que había "un 15% de empresas que deberían estar cerradas y no han cerrado"

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, pese al decreto de emergencia dictado por el Gobierno de México. Empresas que se localizan en zonas industriales del país, los estados de Jalisco, Estado de México, Michoacán, Veracruz, Nayarit, Puebla, Ciudad de México, Baja California Aguascalientes, Hidalgo y Guanajuato. Ese día Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción a la Salud, informó que todas las empresas que se niegan a cerrar se les levantarán un acta de inspección en materia de seguridad y salud en el trabajo y con esto se da inicio a un proceso de sanción que deriva en una posible clausura. Aunque no existen otras medidas para garantizar el cierre de empresas no esenciales. 

 

El lunes 23 de abril, frente a muertes de trabajadoras de la maquila por COVID-19 en Ciudad Juárez, Chihuahua, zona fronteriza con Estados Unidos y por tanto zona de alto contagio, cientos de trabajadoras y trabajadoras protestaron a las puertas de algunas maquiladoras para que paren sus actividades y les paguen el 100% de sus sueldos. Algunas otras maquiladoras amenazaron con solo cerrar una semana y con solo pagar el 50% del salario. Situación que tiene atrapada a 60 millones de pobres en México, trabajar con el coronavirus al lado o hacer la cuarentena en casa sin un peso en los bolsillos.

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Tampoco hay programas de gobierno para proteger a quienes viven en situación de calle, ni a personas damnificadas por los sismos de 2017 que viven en hacinamiento y/o sin casa desde hace 31 meses.

 

Coincidimos en quienes apuntan que el gobierno federal no cuente con un paquete de medidas económicas para garantizar un ingreso básico y alimentación a los millones de familias que viven al día muestra el desapego de la realidad que afecta al Ejecutivo y su gabinete y la falta de miras de actores económicos que podrían contribuir a un futuro mejor para toda la población.  

 

A su vez el Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará, emitió una comunicación el 18 de marzo en la que llamó a generar esquemas de pagos únicos por causa de fuerza mayor en las instituciones, organizaciones y empresas que no formen parte del salario cotidiano para que las familias puedan enfrentar el aislamiento sin que se vean afectados sus derechos mínimos a la alimentación, a la salud y a la vida digna, entre otros; así como subsidios por parte de los gobiernos para las mujeres y hombres que trabajan en la informalidad o que su sustento dependa de la reactivación de la economía. 

4.     

Perspectivas del movimiento: poner en el centro la vida, no la producción. ¡No pagaremos esta crisis!

El conflicto ineludible del Capital y la vida nos amenaza y hace muy difícil  proteger la vida en este momento. Debido a que el sistema capitalista patriarcal requiere que la contradicción entre la vida y el trabajo asalariado siempre se resuelva en beneficio del capital en lugar de la vida de las personas. Pero contradictoriamente, nos hace impostergable afirmar la vida, luchar por defender la naturaleza, la ética y la vida misma.

Tenemos la oportunidad de transformarnos como sociedad y exigir los cambios que requerimos a nivel mundial. Extender nuestras redes de movilización y hacerlas estructuralmente amplias, profundizar en nuestras alternativas reivindicatorias feministas, ecosocialistas, ecofeministas, anticapitalista, antipatriarcal, antirracista, anticolonialista e internacionalista.

Este contingencia nos coloca en un momento de replantear lo político, económico, social, cultural a nivel global. Pero también nos recuerda que es necesario el constante cuestionamiento individual y colectivo de esos debates y planteamientos teóricos hasta la práctica y las acciones.

El 8M 2020 está bastante cercano, ese gran encuentro histórico nos hace pensar en la necesidad de un encuentro de mujeres, feministas y también de movimientos de izquierda en general para dar respuestas colectivas y organizadas a esta crisis. Nos pone el reto en la posibilidad de fortalecer lazos colectivos, comunitarios. No necesitamos aislamiento social, necesitamos aislamiento físico y solidaridad social. Esto significa construir solidaridad entre las diferentes comunidades que se ven afectadas por la pandemia.

Diversas feministas han señalado que toda la rebeldía multiplicada en los últimos años por los feminismos es una energía vital que seguirá dándonos fuerza y esperando el momento para volver a ocupar las calles, las instituciones y la vida. Y sobre todo, esperanza por la puerta que esta crisis abre a que lo cambiemos todo y de certeza de que otro mundo es posible incluso en estos días.

Mientras la pandemia llega a su punto más alto en México y América Latina, requerimos de una respuesta gubernamental fuerte para garantizar que los recursos médicos estén disponibles para las personas y que se distribuyan equitativamente, aunque instancias internacionales de derechos humanos advierten del gran colapso y muerte debido al desmantelamiento neoliberal a las instituciones de salud. Al mismo tiempo, necesitaremos exigir respuestas a despidos, pobreza, falta de recursos que pongan en peligro la vida, y todas las demandas puntuales que resulten de la contingencia.

Cuando pase el confinamiento deberemos revalorar social y políticamente esos trabajos esenciales (salud, reproducción, cuidados, limpieza, alimentos), donde están principalmente las mujeres. Esto significa exigir que el Estado reconozca el trabajo de reproducción social como la piedra angular de la existencia social.

Pensar colectivamente la salida a esta crisis y recuperar y reconocer las distintas propuestas desde los feminismos populares y comunitarios. Coordinarnos con todos los movimientos sociales para salir de esta crisis. Retomar todas las demandas y exigencias que están pendientes y las que surjan.

Como lo hemos dicho desde antes de esta crisis epidemiológica, hacer presente y futuro significa poner la vida en el centro, no la producción. Y  hacer una redistribución radical de la riqueza. Nosotras no pagaremos la crisis económica. La clase trabajadora debemos imponer nuestras demandas.

5.     

Demandas feministas que se han elaborado ante la contingencia

Es importante destacar y visibilizar las acciones e iniciativas diversas desde el movimiento feminista, en su diversidad en  varias ciudades en el país. Comenzaron desde los primeros días de la contingencia a elaborar redes de apoyo y solidaridad para prevenir violencia feminicidia y atender a mujeres que estén viviendo violencia en sus hogares. Redes para responder a la falta de ingresos por despidos y por el no pago de salarios en medio de la contingencia. Así como de contención de crisis emocional, y aborto.

En otros países, como en Ecuador, la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), difundió el Llamamiento de los pueblos originarios, afrodescendientes y las organizaciones populares de América”. En el cual, las organizaciones firmantes exigen a los gobiernos de América Latina y llamamos a los pueblos: 1. Priorizar la vida sobre la deuda. 2. Combatir las desigualdades. 3. Fortalecimiento urgente de los sistemas de salud pública. 4. Por trabajo con todos los derechos. 5. La vivienda y el hábitat digno como derecho social. 6. Enfrentar el hambre y garantizar la alimentación universal. 7. Contra la mercantilización de la naturaleza. 8. Fortalecimiento del cerco sanitario y asistencia humanitaria con garantía de soberanía de los territorios a pueblos originarios, nacionalidades indígenas y afros. 9. Políticas reales para enfrentar la violencia machista. 10. Más prevención, no a la represión. 11. No a la intervención política, económica y militar imperialista. 12. Ayuda Humanitaria Internacionalista.

Otra es la  “Declaración global de organizaciones feministas y defensoras de los derechos de las mujeres, la cual fue elaborada por las redes, organizaciones y personas firmantes, comprometidos con los principios feministas y los derechos humanos de las mujeres, hacemos un llamado a los gobiernos para que recuerden y actúen de acuerdo con los estándares de derechos humanos en su respuesta a COVID-19 y defiendan los principios de igualdad y no discriminación, quienes se centraron en las personas más marginadas, incluyendo pero no solo, las mujeres, niñas y niños, personas ancianas, con discapacidades, con problemas de salud, personas que viven en zonas rurales, personas sin hogar personas institucionalizadas, personas LGBT +, refugiadas, migrantes, pueblos indígenas, apátridas, defensoras de derechos humanos y personas en zonas de conflicto y guerra. Son 8 áreas de enfoque clave para una política feminista para abordar COVID-19 Seguridad alimentaria. Salud. Educación. Desigualdad social. Agua y saneamiento. Desigualdad económica. Violencia contra las mujeres, violencia doméstica / violencia de pareja

[23]

. 

Además  la declaración, que ya mencionamos, “Sobre la reproducción social y la pandemia de COVID-19”

[24]

, elaborada por  El Colectivo Feminista Marxista, quien elaboró las siguientes siete tesis:

 

1. El capitalismo prioriza la obtención de ganancias sobre la creación: queremos revertirla.

 2. Las trabajadoras de la reproducción social son trabajadoras esenciales: exigimos que sean reconocidas como tales a perpetuidad.

3. Rescatar personas, no bancos.

4. Abrir fronteras, cerrar cárceles.

5. La solidaridad es nuestra arma: usémosla contra el capital.

6. Solidaridad feminista contra la violencia doméstica.

7. Las trabajadoras de la reproducción social tienen poder social: podemos usarlo para reorganizar la sociedad.

 

La Coordinadora 8M de Chile también difundió un “Plan de emergencia feminista ante la crisis del coronavirus

[25]

.

 

Todas estas propuestas y las que surjan formarán parte de una serie de demandas que los feminismos y los diversos movimientos sociales deberemos trabajar como ejes de lucha durante y después de esta pandemia.



[1]

Para consultar algunos datos oficiales de la realidad de las mujeres en México: https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2020/mujer2020_Nal.pdf&ved=2ahUKEwiW6MOX2PjoAhVDWqwKHUeIC38QFjAAegQIARAB&usg=AOvVaw2fzAtIs19GQpjjHw1mM29u

Históricamente, organizaciones de la  sociedad civil  feministas han buscado documentar la realidad de las mujeres en México,  por ejemplo la cifra negra  actual de violencia contra las mujeres en sus hogares señala hasta un 94% de las mujeres y niñas han vivido algún tipo de violencia machista dentro de sus casas.

[3]

Idem.

[6]

Kruskaya Hidalgo y Ana Maria Morales, en  “Cuando #QuédateEnCasa no es una opción. Una lectura feminista de la reproducción social de la vida en la pandemia”, en https://www.revistaamazonas.com/2020/04/01/cuando-quedateencasa-no-es-una-opcion-una-lectura-feminista-de-la-reproduccion-social-de-la-vida-en-la-pandemia/

[7]

Sarah Jaffe, “Social Reproduction and the Pandemic, with Tithi Bhattacharya”, https://www.dissentmagazine.org/online_articles/social-reproduction-and-the-pandemic-with-tithi-bhattacharya

[8]

Op. cit.

[10]

Retomamos sólo algunas de estas propuestas a las que hemos tenido acceso, a la fecha de presentar públicamente este documento, 23 abril 2020, seguramente nos falta retomar muchas más.

[18]

25 marzo de 2020.